La
bohemia de colores
Finalmente conseguimos salir del cerro San Cristóbal y su parque
Metropolitano por la entrada por la que accedimos, que se encuentra en la plaza
de Caupolicán (tengo dudas de si la plaza interior del parque, donde se
encuentra la taquilla, forma parte de esta plaza, según el mapa del propio
parque así parece). En la plaza hay edificios coloridos, acondicionados como
hoteles o restaurantes o lugares de copas, y esta coloridad produce alegría al entorno.
Estamos en el barrio Bellavista, una zona que se
extiende entre el cerro San Cristóbal y el río Mapocho, que
es un barrio bohemio en Santiago, al tiempo que es un barrio residencial. Dicen que para
un santiaguino, Bellavista es sinónimo de carrete,
es decir, fiesta nocturna -y supongo que para los turistas también, que estos hábitos se adquieren rápido-.
Esta zona también era parte del área
llamada La Chimba, que significa al otro lado del
río, que cuando llegó Pedro de Valdivia era una amplia área de tierras de
cultivo regadas por canales, y que debido a las crecidas y embates del río Mapocho era una barriada
de gente pobre. Con la construcción del puente Cal y Canto (puente destruido
por una riada en 1888, que en lugar de ser reconstruido fue demolido), que estaba situado junto al
Centro Cultural Mapocho, La Chimba quedó unida al centro y desde comienzos del
siglo XIX se desarrolló urbanísticamente. A finales del siglo XIX se parceló y
nacieron los barrios de Bellavista, donde estamos, y La Purísima.
La calle Pío Nono,
con toda seguridad un hervidero de agitación nocturna, así como las calles
principales de este barrio de Bellavista, a tenor de la multitud de locales de
todo tipo que hay en ellas y de ese famoso carrete (con un carrete de este tamaño aquí no se deja "puntada sin hilo").
Volvemos sobre
nuestros pasos, ya que cuando caminábamos en dirección al Parque Metropolitano no
miramos con suficiente detenimiento, y antes menos, ya que corríamos para
llegar a la hora concertada para la visita de La Chascona. Giramos por la
calle Constitución, donde justo al lado de
la entrada del parque hay un hotel boutique,
alojado en una mansión construida en 1927 que fue propiedad del político
Domingo Durán, con el añadido de la casa adyacente, que fue propiedad del
arquitecto encargado de la construcción de ambas, mezclando sus estilos en la
fusión, estilo colonial y art decó.
El hotel fue una de
esas dudas, podría haber sido la elección para esta segunda estancia en
Santiago; sus aspectos positivos la localización y lo que parecía ser un hotel
muy coqueto, con muchas posibilidades de restaurantes en los alrededores; su
aspecto negativo, precisamente su localización con tantas posibilidades de
marcha y carrete, que no andábamos buscando, por lo que no queríamos padecerla en las
noches, nos gusta aplicar aquello de cerca pero no tan cerca.
Por la calle Constitución llegamos hasta la plaza Camilo Mori, plaza que recibe el
nombre de un pintor chileno, cuya casa y estudio se encontraban aquí. En la
plaza destaca el impresionante castillo
Lehuedé, una mansión de estilo vasco francés conocida como Casa Roja por el
color de su fachada.
La mansión fue
construida en 1923 por el arquitecto Federico Bieregel para el empresario
comerciante Pedro Lehuedé, de origen francés, y actualmente está en pleno
proceso de restauración para ser convertido en un nuevo hotel boutique en el barrio, que desde el
exterior nos convence, así que con ideas y buen hacer el interior puede
resultar coqueto, evocador y de auténtico lujo. Creo que es una compañía
norteamericana la que lleva a cabo el proyecto de reconversión.
Contigua al castillo,
en la calle Antonia López de Bello, una colorida fachada, acorde con los
colores alegres del barrio en general.
En el número 135 de
la calle Constitución encontramos lo que llaman una “corrala a la chilena”,
allí llamadas cités. Las corralas son conocidas en Madrid por sainetes de autores como Carlos Arniches, y
por la rehabilitación que se hizo de algunas de ellas, modernizándolas y
dotándolas de las comodidades que no tenían. A esta corrala se la conoce como
el cité del número 135, y de estas cités también veremos en otro barrio de la ciudad. Las cités chilenas o las corralas madrileñas eran viviendas de gente humilde y
trabajadora.
Con estas "corralas a la chilena", cites y pasajes nos encontraremos con mayor cantidad y variedad en nuestro paseo por el barrio Yungay.
La calle nos sigue mostrando sus encantos decorativos y sus posibilidades culinarias.
La calle nos sigue mostrando sus encantos decorativos y sus posibilidades culinarias.
Frente al restaurante
anterior, otro restaurante de nombre totalmente sugerente, Azul Profundo, que nos
habían recomendado, así que como ya era hora de comer, decidimos que
probaríamos aquí, y como por su decoración, no tanto por su comida a nuestro gusto, le dedico una entrada independiente.
Junto al restaurante
hay otro restaurante que forma parte del mismo grupo hostelero, con un
contraste de color en sus fachadas.
En la esquina
contraria, en esta cadena de locales y colores, uno con una terraza a pie de calle y una
mucho más apetecible, situada en el balcón.
A continuación otro
restaurante con un nombre muy sugerente, Como
Agua para Chocolate, nombre de la preciosa novela de Laura Esquivel, que la
recomiendo para aquellos que no la hayan leído y quieran disfrutar del amor y
de la gastronomía, mezclados con la cantidad justa de ingredientes y luego muy
bien aderezados. Respecto al restaurante, en internet había leído críticas
contradictorias, con lo que finalmente no fue el elegido, ¿equivocación?
¿acierto? ¿posibilidad de opción futura?
Continuamos por la
calle Constitución, y tres edificios más allá un lugar que en el camino de
subida nos saltamos, como todos los sitios visibles, el patio Bellavista.
El patio fue
inaugurado en el año 2006 como parte del proyecto de remodelación urbana del
barrio, en su interior hay tiendas y restaurantes, y como su nombre indica, se
distribuyen a través de un patio, que en su origen formaba parte de una cité,
como la del número 135 de la calle que hemos visto antes. El patio es un
bullicio de gente, sentada en las terrazas, cotilleando o comprando en las tiendas o sencillamente de paseo, como
nosotros.
En el patio también
se realizan exposiciones, nosotros nos encontramos de nuevo con la escultura Toro sentado, ahora en color gris
uniforme y no rojizo, como la que vimos en el Parque de las Esculturas.
El recorrido en un mapa:
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