En
el lugar de al lado
Desde el cementerio de Hanga Roa el camino sigue el curso de la costa y nosotros seguimos
por él.
Para llegar hasta el
complejo del Ahu Tahai (mirar mapa y mapa de Hanga Roa), que
significa lugar de al lado, con varios moái de espaldas al mar.
El conjunto fue restaurado en
1970 por el arqueólogo Wiliam Mulloy, cuya tumba y la de su esposa se encuentra
en este lugar, a los pies del ahu. La placa de su tumba está en tres idiomas,
por este orden: castellano, rapanui e inglés.
Hay tres ahu o
plataformas, en el primero hay cinco moái, más o menos porque su estado no es
completo y además falta uno de ellos completamente, que sería el sexto.
Este ahu ecibe el nombre de Ahu Vai Uri. El sol aparte de quemarnos
a nosotros, también lo hace con las fotografías.
Se puede ver la rampa
inclinada que conduce a la plataforma y delante de ella un círculo ceremonial
de piedra, que recibe el nombre de paina.
Hacia el interior, de frente a los moáis, por un lado se ve una
hare vaka o hare paenga, una vivienda rapanui de piedra volcánica y forma de barco, con
pequeñas y estrechas entradas, como las que vimos en la aldea ceremonial de
Orongo.
Frente a la vivienda
una cueva, que por su cercanía al mar se utilizaría tanto como refugio como
para guardar aparejos de pesca.
Desde esta pequeña
elevación de terreno se obtiene una buena vista del ahu al completo.
En el suelo también
se ven marcadas antiguas hare vaka, que están señalizadas para no ser pisadas.
Entre el primer
conjunto de moái, Ahu Vai Uri, y el segundo moái solitario hay una rampa que
baja hasta el océano.
Se trata de una rampa
para canoas que da paso a una pequeña cala y a un pequeño muelle.
Desde este pequeño
muelle vemos la parte trasera del segundo moái.
Subimos para conocer
a los dos moái en solitario, el primero de ellos algo adelantado respecto a los otros dos,
pero es que claro más atrás sería colocarlo en el mar ya que está al borde del
acantilado.
Este segundo moái en solitario sobre el ahu es
realmente el Ahu Tahai.
Ya sólo nos queda
acercarnos hasta el tercer moái, que dicen que es el más antiguo de la isla.
Se trata del Ahu Ko Te Riku, que lleva un pukao sobre su cabeza, el moái mide 5,2 m. Frente al ahu también hay un círculo ceremonial o paina.
La otra
particularidad del moái, aparte del pukao, es que tiene ojos, pero no sus ojos originales, se le
han colocado recientemente con la aprobación del Consejo de Ancianos como una
ilustración para los ojos profanos de los turistas.
Los ojos se realizaban con coral blanco y escoria roja, siendo
colocados una vez que los moái estaban instalados en sus ahu ceremoniales (siempre complicándose el trabajo, porque lo más lógico sería hacerlo antes de izar el moái sobre el ahu). Los
rapanui creían que los moái con ojos tenían poderes sobrenaturales y emanaban energía o mana
a través de ellos.
Este moái, Ko Te Riku, es uno de
los más fotografiados, junto con el moái Hinariru en Rano Raraku, ya
no solo por la propia estatua y sus particularidades, sino por la cercanía a
Hanga Roa y por las puestas de sol sobre él, que nosotros no tendremos
la fortuna de disfrutar en ninguna de las tres tardes que pasamos en la isla.
Dejamos atrás Hanga Roa y el Ahu Tahai.
Seguimos caminando en
dirección norte al lado del acantilado en esta pequeña isla paradisíaca y llena de misterios.
Nos saltamos la
desviación en el camino que se encuentra más delante de este ahu y que conduce
al Museo Antropológico Padre Sebastian Englert, fundado en
1973 que recibe el nombre del párroco capuchino que vivió en la isla y convivió
con los rapanui. Otra asignatura pendiente en la isla, porque seguro que este
museo enseña mucho sobre la cultura rapanui, o por lo menos sobre lo que se
sabe.
Emprendemos un paseo junto al acantilado o por el camino de tierra para llegar a la cueva Ana Kakenga.
Emprendemos un paseo junto al acantilado o por el camino de tierra para llegar a la cueva Ana Kakenga.
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