La
fábrica de sombreros
Desde Ahu Akivi emprendemos la última visita del
día y de los tours que habíamos contratado, quedándonos lugares en el tintero,
algunos de los cuales intentaremos descubrir por nuestra cuenta sin necesidad
de transporte, utilizando nuestras piernas para llegar al Ahu Tahai y a la cueva Ana Kakenga.
Desde el comienzo ya se pueden ver en el camino
los pukao, los sombreros que colocaban los rapanui a los moái. Están numerados, y si ya con la visión de los pukao nos asombramos, más lo hacemos al ver el número escrito, ¿pensaban colocar pukao a todos y cada uno de los moái?
Estamos a los pies del monte Maunga Vai Ohao (mirar mapa),
donde se encuentran unas vacas pastando con tranquilidad, que claramente no es
fauna autóctona.
Puna Pau se localiza en un cráter de escoria roja
relativamente blanda, y es la cantera de donde se extraían los pukao.
Caminamos por un un sendero que conduce hacia un mirador, sendero a cuyos lados se encuentran dispersos los pukao.
Los pukao pueden
llegar a pesar hasta 11 toneladas, con lo que realmente resulta asombroso el
método que utilizaron los rapanui para alzar los moái con estos tocados; los ataban con cuerdas a los moái y eran alzados en conjunto sobre el ahu. La suma de las toneladas a izar es inconcebible para la época en la que no existían grúas.
El
interior está hueco, ¡menos mal! El color de la escoria roja, que se asemeja al
de la sangre seca, está considerado un color sagrado en la Polinesia, y la
teoría más factible y extendida es que los primeros habitantes vinieron desde
allí, de la isla Hiva, con el rey Hotu Matu'a.
Unos sesenta pukao fueron transportados hasta los
ahu donde se alzaban los moái, el resto se quedaron en esta cantera.
Desde el mirador las vistas: hacia un lado, Maunga
Vai Ohao a la derecha (mirar mapa), Maunga Terevaka (mirar mapa), en el centro y al fondo, y Manga Vaka
Kipu, a la izquierda.
La ascensión al monte Terevaka se realiza desde
Ahu Akivi, y desde su cima se obtienen vistas panorámicas de toda la
isla, así como del maravilloso horizonte curvo. Lástima no haber pasado un día más en la isla para haber afrontado su ascensión y haber disfrutado de la recompensa.
Por otro, la ciudad
de Hanga Roa, que se extiende diseminada a lo largo de la costa, con el telón de fondo del océano y parte del horizonte mágicamente curvo.
Además se puede ver
el aeropuerto de Mataveri, bajo la ladera del volcán Rano Kau.
No hay camino
alternativo para descender, se hace por el mismo, pasando de nuevo por el
camino "sembrado" de pukao, como si fueran fardos de paja rojiza.
Si pensar en la construcción de los moái resulta misterioso, más aún habiendo visto su construcción en Rano Raraku, hacerlo con sus pukao colocados llega a resultar inconcebible.
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