Mirador
al cráter
Durante el día de ayer, desde nuestra llegada a la isla de Jeju-do, recorrimos lo que el tiempo nos permitió de la parte oeste (mirar mapa), Hallim Park y sus cuevas Hyeopjae y Ssangyong, el Museo de Té O'Sulloc, la costa Yeongmeori y la cascada Cheonjiyeon, hoy nos toca pasar el día en la parte este de la isla.
Comenzamos el día y las visitas con
el cráter Sangumburi (3.000W), por supuesto de origen volcánico.
En la entrada nos recibe un simpático abuelo de
ojos saltones, un dolharubang.
Si hay necesidades imperiosas mejor atenderlas
antes de tener que poner esta posición de incontinencia que anuncia los servicios y que más de uno hemos adoptado no en pocas ocasiones.
Ya sabemos, en Corea para ver "algo" hay que caminar y
sobre todo, subir.
Aunque en esta ocasión la subida y la caminata no
es nada, un paseo agradable de menos de
diez minutos entre un precioso paisaje de campiña verde.
En el camino de subida al cráter se ven
enterramientos al estilo tradicional de la isla: un ancho y trapezoidal muro de
piedra rodeando el túmulo, lo que asemeja estas tumbas a las que hemos visto circulando por el país y las que veremos en Tumuli Park en Gyeongju, un túmulo cubierto de hierba, diferenciándolas el tamaño y la forma.
Se llega a la plataforma desde la que contemplar
el cráter tras un corto paseo amenazante de lluvia.
Sangumburi es uno de los tres cráteres principales de la isla, los otros
son el lago Baengnokdam en la cima de la montaña Hallasan, situada en el centro de la isla y Seongsan Ilchulbong, situado en la costa este. Sangumburi es el
segundo más grande, midiendo 2 km de circunferencia, 250 m de diámetro y 100 m de
profundidad. Se encuentra completamente cubierto de vegetación y en él crecen
420 especies de plantas subtropicales, templadas y alpinas.
Es uno de los 360 conos parásitos o volcanes secundarios que se
encuentran en la isla. Cuando explotó el cráter no expulsó mucha lava y no
realizó grandes formaciones alrededor del cono, con lo que se asemeja más a una depresión de terreno que a un cráter, sobre todo por la vegetación que lo cubre.
El sendero no bordea el
cráter por completo, sólo es posible asomarse a él por un lado.
Parte del camino está
cubierto con un pavimento de goma para que no se empape el suelo y no haya
barro en el que resbalarse, gran invento.
Caminamos en dirección
a la figura de un ciervo que nos llama la atención, parece que nos encontremos
en una reserva.
El ciervo marca un
lugar cargado de energía, se decía que la celebración de ritos aquí antes de
escalar las montañas evitaba los accidentes.
En este lugar también se cuenta la historia de amor entre una estrella
llamada Hangam y la tercera hija del Emperador de Jade, su favorita, de nombre
Maljat. Una pareja castigada por el emperador cuando se enteró de sus citas
clandestinas, fueron condenados al exilio y encontraron refugio en Sangumburi. Pero lo que
el amor unió, la comida lo separó, ya que la diferencia de gustos alimenticios
provocaba malos olores al contrario: él comía carne, ella fruta...no sé si hay moraleja como en nuestros cuentos y se trata de que hay comer de todo para estar sanos y tener relaciones felices...
La visión de este cráter nos ha recordado la que
tuvimos en Nueva Zelanda, en la isla de Rangitoto, pero aquí la subida fue más
costosa aunque muy gratificante, y el cráter aunque estaba igualmente cubierto de vegetación no estaba tan verde; como es un viaje pendiente de narrar una foto de este cráter para presentároslo.
Con esto concluimos la visita y volvemos hacia la entrada, pasando de nuevo junto a los enterramientos.
Antes de salir realizamos unas compras en la
tienda, sobre todo un trío de tés líquidos que me llamaron la atención, que son
pastosos como miel y se disuelven en agua…o es eso o me estoy tomando miel de
té diluida en agua caliente pero no, su sabor es a té muy dulce. Sus sabores son: oh-mi-ja (elaborado con unas bayas
que tienen los cinco sabores básicos, salado, dulce, amargo, picante y ácido),
hallabong (té con mandarinas de la isla del que ya compré en el Museo de Té O'Sulloc en su versión clásica) y cactus.
Sin ser espectacular resulta curioso estar ante un cráter tan verde y tan fácil de alcanzar, y por supuesto el paisaje acompaña favorablemente, con lo que el paseo sería bonito de realizar con cráter o sin él, que es uno de los puntos fuertes de Corea, sus montañas, sus paisajes, sus senderos.
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