La sonrisa
del cielo
Desde la costa Yeongmeori y la visita fallida al dragón nos dirigimos hacia la
ciudad de Seogwipo (mirar mapa), pero no paramos
en ella, sólo podemos ver rápidamente el bonito estadio construido para el
mundial de fútbol del 2002, un puente con forma de vela y algo del puerto.
El chófer aparca cerca del puerto, hasta allí podemos
llegar en coche, el resto será por supuesto caminando hacia la cascada Cheonjiyeon (2.000W - mirar mapa), por un
sendero que pasa por un pequeño bosque subtropical en el valle con forma de U
formado por lava que sigue el curso del río Cheonjiyeon.
Se comienza cruzando un florido puente (fotografía una vez cruzado).
Al ser un espacio natural, más o menos conservado y protegido,
los animales se encuentran en su hábitat mientras el flujo de turistas en ambas direcciones es continuo.
El cielo nos sonríe con colores, ya que tenemos la
suerte de contemplar el arco iris, pero no como siempre en la posición conocida, sino que está al
revés, dibujando en el cielo una amplia sonrisa. Para mí es la primera vez que lo veo así y he
tenido que buscar información sobre él; recibe el nombre de arco circumcenital
y se produce con condiciones atmosféricas adecuadas, lo curioso es que el cielo
tendría que estar despejado y no es así, las nubes lo intentan tapar pero afortunadamente no lo consiguen.
Los meteorólogos dicen que estos arcos se forman
cuando la luz del sol rebota sobre cristales de hielo en la atmósfera, enviando
los rayos de luz de regreso al cielo, lo malo es que este efecto lo asocian al
cambio climático y esto no es nada bueno.
El paisaje es precioso, no de grandes alturas, pero
sí de intensidad de verdor. En el camino hay tiendas de souvenirs, donde se
pueden adquirir figuras de dolharubang de diversos tamaños. El que tenga un jardín en casa en lugar de poner
enanos de cerámica puede adquirir una de estas figuras y proteger el hogar.
Uno de los puentes resulta ser algo juguetón, aunque si se
pasa saltando las tablas de madera de los laterales mejor hacerlo con precaución para evitarse
un tremendo chapuzón.
Es otro puente el que nos ofrece la estampa
más bucólica del lugar.
Además el puente está bien protegido por dos dolharubang a cada lado.
El valle está protegido y ha sido declarado
Monumento Natural por las plantas raras que se encuentran, como la Rubus
Hongnoensis, que es de la familia de las rosáceas, así que al que le guste la botánica en profundidad seguramente disfrute buscando la planta.
Al fondo del paseo y del valle se encuentra la
cascada Cheonjiyeon, que significa cascada que conecta el cielo, cheon significa cielo y ji, tierra.
La cascada tiene una caída de 22 m, y debido a la
fuerza del agua se ha producido un estanque de 20 m de profundidad e incluso
un agujero en la roca de detrás.
Afortunadamente para ser verano la cascada lleva agua pero tras una fuerte
lluvia el espectáculo debe ser grandioso, una cortina de agua que cubra toda la rocas.
En 1694 se escribió respecto a esta cascada: “cuando se
realiza un ritual de lluvia en el otoño, durante la estación seca, funciona el
conjuro inmediatamente, gracias a un dragón misterioso que habita en el
estanque”.
Por la noche tanto el camino como la cascada se
iluminan con lo que se ofrece una diferente visión, y el paseo debe estar
interesante a estas horas, sobre todo si el hotel se tiene en la zona de
Seogwipo y el desplazamiento se puede realizar o en coche propio o en taxi.
Emprendemos el camino de vuelta en compañía de las
alegres y coloridas flores tanto en la naturaleza como en los decorados
puentes.
Se han terminado las visitas de hoy y de camino al hotel en el que nos alojaremos dos días en la isla, el día ha sido largo porque ya
son las siete y cuarto de la tarde, pasamos por uno de esos museos que me
hubiera gustado visitar por su punto curioso y friki, el Museo de los Ositos de Peluche, que muestra a estos simpáticos
teddy bears como protagonistas de hechos históricos o eventos sociales. Fue
inaugurado el abril de 2001, y museos con ositos hay en todo el país y en bastantes ciudades, con lo que éxito tienen sin lugar a dudas; con este museo creo entender algo más aquellos
ositos que vimos en el Paseo el Filósofo en Kyoto. La fotografía es la menos mala de las muchas que intentamos hacer cada vez que pasábamos al lado del museo.
El hotel en el que nos alojaremos está destinado principalmente al turismo
asiático, por decirlo de cierta forma, siendo un destino para las parejas coreanas, chinas y
japonesas en luna de miel; pertenece a la cadena Lotte y se encuentra
dentro del Complejo Turístico de Jungmun, cerca de la ciudad de Seogwipo, donde
hay hoteles, restaurantes, un campo de golf, un acuario, un jardín botánico, un
centro comercial…lo que quiere decir que moverse dentro del complejo sería con
transporte de cualquier modo dada la extensión del mismo.
Durante el registro en el hotel ocurre un hecho que nunca nos
había ocurrido, hasta el momento los guías que hemos tenido en Japón, Nueva
Zelanda y Australia (no en Vietnam ni en Camboya) tenían habitación en el hotel
en que nosotros nos alojábamos, pero Sonia no dispone de habitación en éste,
se encuentra al completo y tiene que buscarse la vida en la ciudad. Desconozco si es
que los guías viajan con dietas o tengan conciertos de habitaciones con algunos
hoteles exclusivamente y este fue uno de los hoteles que cambiamos en el tour, aunque ambos se encuentran
dentro del mismo complejo Jungmun. Sonia tampoco nos dio más explicaciones pero
si me preocupó el asunto porque esto debería estar previsto, es más, pensaba
que el precio del tour incluía todo, hasta el alojamiento del guía.
El hotel es realmente inmenso, llegar a la
habitación es doblar pasillo tras pasillo, parece el pasillo infinito, y
nuestra habitación está casi al final de uno de ellos. Exploramos la habitación
y bajamos a explorar el hotel, sobre todo las posibilidades de cena, y
reservamos mesa en el restaurante coreano, Mu Gung Hwa. Tiempo justo para una
ducha y casi nada de descanso.
La diferencia con los restaurantes coreanos en los que hemos
estado comiendo con Sonia es que la presentación de la mesa y los cubiertos tienen
otro nivel, más acorde a la categoría estrellada del hotel, aunque personalmente la decoración me recuerda a los asadores castellanos.
No recuerdo exactamente el nombre de los platos.
Para mi marido una ternera a la plancha con verduras, que estaba muy tierna y
rica (no es bulgogi o eso creo, es
como una barbacoa pero ya hecha) y que iba acompañada con varias salsas.
Para mí un estofado de ternera con su hueso acompañada
de una oreja de mar también llamada abulón, que dicen que es un manjar. La
ternera y el guiso de un sabor exquisito pero el abulón que me creía asemejaría
a una tierna vieira y que es carísimo no pude masticarlo, se me hacía bola en
la boca. El abulón lo conocimos en Nueva Zelanda por su bonita concha de
colores azulados y verdosos como paua,
pero allí nunca lo llegamos a probar. Hoy no tenemos banchan y nos entristece, y es que parece que el lujo no siempre es
lo mejor e incluso se pierden las buenas costumbres y tradiciones.
Terminamos la cena con un té, eso sí, obsequio de
la casa, con lo que cuando ya nos disponíamos a marcharnos nos pararon en el camino de salida para poder degustarlo.
Agradable paseo por el parque y curioso el arco iris, será que el mundo se está volviendo del revés.
ResponderEliminarSí que es un agradable, ¡y llano! paseo que te incitaba al chapuzón refrescante.
ResponderEliminarEl mundo está completamente del revés...o ¿sencillamente somos así de destructores?...hoy he salido con la visión turbia.