Una oración de lujo
Tras la visita a la madraza Said Ahmad Khodja, en el mismo Margilan visitamos la mezquita Khonakhan, cuyos orígenes se remontan a los siglos XV-XVI. La entrada nos parece algo curiosa y atípica: primero se pasa por un arco custodiado por dos minaretes, y lo que es más extraño es que entre ellos hay instaladas tiendas, que esto si nos parece raro al tratarse de una mezquita en activo.
Tras este primer arco, un pasillo tras el que se abre un nuevo arco, y desde este ángulo es desde el que se obtienen las mejores vistas de la cúpula turquesa de la mezquita.
Se entra en un amplio patio con algo de caos en sus construcciones, ya que un lateral está destruido, pero no nos parece una mezquita.
Por la majestuosidad de la construcción, con una doble escalinata, podría haber sido un palacio, que haya sido utilizado para otros menesteres, porque ese lavabo en el pasillo no creo que fuera un elemento original. Buscando información sobre esta mezquita, que no he encontrado, he visto una foto del 2004 en la que está construcción estaba en pie.
En un lateral del patio se encuentra la entrada a la mezquita.
En el exterior destacan algunos mosaicos con palabras árabes y entre ellos uno nos llama particularmente la atención, recuerda un barco lleno de fieles.
La entrada principal tiene unas impresionantes puertas de bronce labradas, aunque como veremos desde dentro no proporciona acceso directo a la mezquita, sino a un pasillo lateral de la misma, con puertas a ella.
Nosotros entramos, tras quitarnos el calzado por supuesto, por una puerta cuya madera tallada no tiene nada que envidiar a la de bronce, aunque siempre el metal es más llamativo por su brillo.
El interior es de un lujo extremo, madera y bronce, los artesanos de Margilan al servicio de la mezquita y la oración.
La cúpula y la lámpara que cuelga de ella son una maravillosa obra de arte.
En el centro de una de las paredes se sitúa el mihrab.
Las horas de oración obligatorias están en el exterior, recordemos que estas horas están marcadas por la salida y puesta del sol.
Salimos de la mezquita, cuya opulencia decorativa es su principal baza, al tiempo que nuestro guía ha presumido de ello, y con toda la razón.
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