8 de febrero de 2016

Madrid - Restaurante Desencaja


Viaje al centro de la Tierra

Un sábado tonto en el que después de hacer tareas varias pasamos por varios restaurantes con la intención de comer, con la mala fortuna de no encontrar mesa, ya que no habíamos reservado y era tarde, así que terminamos en uno en el que sí tenían una mesa, de nombre algo extraño, Desencaja, pero lo importante no es el nombre, lo importante es la manduca. 



En una de las paredes el nombre del restaurante, simpáticamente diseñado. 


Hay una carta, pero también hay dos menús degustación, cuyos nombres son divertidos. El primero, Viaje a la Luna, que se anuncia en un cuadro de la película homónima, de 1902. 


El otro menú, que es el que elegimos por ser más extenso (mira que somos tragones, pero hay que tener en cuenta que es tarde, tenemos un hambre feroz y además nos gusta probar comida, todos factores en positivo), Viaje al Centro de la Tierra, del que por supuesto también hay un cartel de la película de 1959.


Parece que el chef, Iván Sáez, o el decorador, o ambos son aficionados al cine, ya que aparte de los nombres tan cinéfilos del menú en el restaurante hay otros carteles de películas. Ambos menús son sorpresa total, serán cantados y contados en el momento de servirse, antes por supuesto nos han preguntado por alergias o algún alimento que nos disguste en demasía.

Haciendo honor al nombre del restaurante, para comenzar un snack box, que va servido en el interior de una caja, así que si quieres comer, ¡desencaja!



En su interior, un bote de los que se utilizan para conservas, dentro hay una crema de calabaza con brandada de bacalao (uppps, bacalao, y no es el pez que más me guste si no es fresco). 



Para acompañar la crema, la piel del bacalao frita y muy crujiente, ya no nos sorprende porque por esos restaurantes que hemos visitado hemos comido pieles o espinas, con resultados sorprendentemente ricos, como la raspa comestible en el restaurante de Ramón Freixá


Acompañamos la comida con un tinto de la Ribera del Duero que es un habitual para nosotros, Aalto


Primer entrante, migas con huevo, calabaza y morcilla (quizás calabaza de snack y de entrante no es muy afortunada elección de menú). Muy rico este plato, con diferentes texturas muy sabrosas. 


Segunda entrante, alcachofa rellena sobre crema de garbanzos y velo de panceta. Sinceramente, la presentación no es nada apetecible, parece un batiburrillo en el plato, pero luego resulta bueno en el paladar, con la mezcla de sabores. 


Tercer entrante, arroz cremoso de marisco con gambas al ajillo. De nuevo la presentación no es su mejor baza, parece que le gusta hacer "torres" de alimentos, aunque también es cierto que en fotografía se ve bastante peor que en el plato al natural. El arroz riquísimo de sabor, y la capa de gambas laminadas al ajillo le aporta un toque original. 


El plato principal de pescado, merluza asada con base de judías y veloutte de jamón (la veloutte es una salsa clara). ¡Qué verde era mi plato!, la merluza en su punto, quizás un poco justa de sal, pero a nuestra edad mejor para la salud y nuestras arterias. 


El plato principal de carne, conejo Royale con crema de espinacas, patata, boletus y trufa negra laminada. ¡Qué curiosa es la cocina!, el conejo no es un animal al que yo esté dispuesta a darle mi bendición, pero esta preparación tipo fiambre resultó ser una exquisitez, de lo mejor del menú. Y curioso para nosotros es ver la trufa laminada o rallada.


La ronda de postres comienza con un surtido de quesos, de izquierda a derecha: queso tierno de leche de cabra en ceniza vegetal, de Albacete; queso tierno de leche de vaca, de Cantabria; queso maduro de leche de oveja con ahumado de haya, de Valladolid. Si bien el queso de Valladolid es curado, normalmente el queso de cabra suele ser más intenso en paladar, por lo menos en nuestros paladares, y es el primero por el que se debe comenzar la degustación. 


De primer postre, sorbete de frutos rojo, espuma de yogur y galletas Oreo. Refrescante, por lo que se agradece, ya que a estas alturas el hambre está saciado y todo lo que venga por delante será un exceso. 


De segundo postre, coulant de chocolate con helado de Bayleys, en una decoración en el plato muy simpática (ya sé que desde que todos vemos programas de cocina estas cosas ya no nos sorprenden tanto, pero se agradecen), con las rayas de frambuesas. Desde luego, el coulant espectacular, una fina capa de bizcocho y un relleno de chocolate caliente maravilloso, de los mejores que hemos comido. 


Terminamos con un café y un té rojo, que sirven en tetera, y del mismo modo que empezamos, con una caja, pero ahora en ella viene la factura, ¡desencaja! 


Un restaurante al que llegamos por casualidad y al que ahora intentaremos acudir de vez en cuando con conocimiento de causa, ya que nos ha sorprendido, y sobre todo, gustado. 

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