Izquierda, izquierda, izquierda, derecha, izquierda…con
los puños apretados
Una vez realizado el tour normal por la DMZ, volvemos a entrar por el control militar, pero ahora en lugar de dirigirnos
hacia Dorasan Station lo hacemos hacia un campamento militar, Camp Bonifas, con una historia que más adelante contaré. Allí Giny
hace un repaso de nuestra indumentaria, y creo que fui la afortunada en recibir
un pequeño toque, pasan mis zapatos cerrados pero no mi camiseta sin mangas, y
eso que no era de tirantes, así que no me queda de otra que ponerme una
camiseta que llevaba en el bolso con algo de manga; lo curioso es que otra
mujer que llevaba una camiseta parecida a la mía entró sin problemas y sin
toque de Giny…en fin, cosas que ocurren, supongo que yo también habría entrado
con mi camiseta si no hubiera llevado la de retén, pero por un por si acaso la
llevé y al final me la tuve que poner...y hacía un calor.
Me imagino que una camiseta con Freedom for Korea no estará bien vista, con mangas o sin ellas.
En el campamento hay varias tiendas militares, no de campaña portátiles
sino más fijas, en algunas se cobijan los soldados del calor…Es una situación
rara, no diré que produzca algún sentimiento de desasosiego por el movimiento
militar, las alambradas, las armas, porque la verdad es que no se siente temor pero sí que es una vivencia inusual.
Al autobús sube Beasley, un soldado americano con la apariencia típica
de las películas: alto sin demasía, fuerte sin demasía, gafas chulescas negras,
actitud chulesca pero simpática. Con Giny controla los pasajeros del autobús, nacionalidad y pasaportes, y que todos seamos de fiar. Pasamos
mucho tiempo en el autobús, ya no por este control, sino por el trajín de
turistas que tiene que haber en la zona, no debemos concentrarnos en los mismos
lugares visitables.
Finalmente partimos con Beasley como nuevo pasajero, para llegar al Centro de Visitantes de la Joint Security Area (JSA), donde
entramos en una sala de conferencias para ver un vídeo sobre la guerra de
Corea, sobre el establecimiento de la DMZ, del papel de las Naciones Unidas;
pero también para un requisito, firmar una declaración en la que nos ponen al
tanto de la zona en la que vamos a entrar, y que debemos seguir unas normas
estrictas de comportamiento. A mí personalmente me parece difícil de seguir el
punto i del apartado 2: “si ocurre cualquier accidente, permanecer en calma y
seguir las instrucciones que impartirá el personal de seguridad”. Además nos
dan unos badgets para colocarnos en parte bien visible que nos identifica como
visitantes autorizados de la zona.
No podemos llevar bolsos o mochilas, solo la cámara de fotos o vídeo, y
además sin funda. Cambiamos de autobús, pasamos a uno militar, antiguo y con
perdón, maloliente, y no digo que sea por los soldados que esto pudiera ser por
los visitantes anteriores, que ante el calor que hace los cuerpos sudan y resudan.
El autobús lo conduce un militar creo recordar que norcoreano y Beasley nos
sigue acompañando, no hace de guía, más bien de instructor.
Nos dirigimos a la localidad de Panmunjeon,
el único paso fronterizo existente entre las dos Coreas, donde se encuentra la Joint
Security Area o viceversa, Panmunjeon se encuentra dentro de la Joint Security Area. Panmunjeon
fue el pueblo en el que se firmó el armisticio de la guerra, reuniéndose para
este fin desde octubre de 1951 hasta julio de 1953.
La zona de edificios que visitaremos es ésta, aunque edificios
veremos pocos.
Bajamos del autobús y a paso de marcha Beasley nos
coloca en dos filas y entramos en Freedom
House, un edificio de nueva construcción, de 1998, que sustituyó a otro, en
el que se alojan las Oficinas de Enlace del Norte y del Sur, así como las
oficinas de la Cruz Roja. Pasamos rápidamente por su interior, solo podemos
adivinar su nueva estructura de cristal y acero, pero no percibimos detalles
significativos aunque tampoco tuvimos mucho tiempo para buscarlos aunque estuvimos en formación en las escaleras.
En el exterior del pabellón, hacia el otro lado de
la puerta principal de entrada, unas cámaras vigilan la zona.
Seguimos a Beasley que nos advierte que a los
soldados que veamos no les toquemos y no les hablemos, vamos a entrar en uno de
los dos Conference Buildings,
construidos en la década de 1980 para la celebración de conferencias y charlas
entre Corea del Sur y Corea del Norte. Como todo está bien repartido, la mitad
del pabellón se encuentra en un país y la otra mitad en el otro país, por
supuesto tiene una entrada desde cada país (parece un juego de niños pero de
infantil no tiene nada), con lo que de alguna manera estamos pisando Corea del
Norte. Nosotros entramos en el de la izquierda de la foto.
Antes de entrar voy a apuntar algunos detalles: los
soldados de la foto son surcoreanos y miran hacia el norte, vigilando el país
con el que técnicamente siguen en guerra; si miráis el suelo entre los dos
pabellones hay como un pequeño badén y un cambio de material en el pavimento,
este es el límite entre los dos países; y por último, el edificio gris del
fondo pertenece a Corea del Norte, es el Panmun-gak, que acoge la sede
administrativa de la seguridad de este país dentro de la JSA, y en él apostado
y semiescondido entre las columnas hay un soldado que nos vigilaba con binoculares.
En el interior del edificio hay tres soldados surcoreanos
pertenecientes a las Naciones Unidas como se puede ver por la bandera en su
casco, que aguantan estoicamente la avalancha de turistas que se lanzan sobre
ellos a hacerse fotos imitando su postura, posando a su lado como si fueran
figuras de cera en lugar de personas desarrollando un trabajo que presupongo
nada agradable y más con estas turistadas.
Si esas mesas hablaran podrían contar muchas cosas,
pero éstas también se graban con lo que posiblemente llegará un momento en que
sean de dominio público. Según he leído cuando se realizan estas conferencias
dos cinturones negros de taekwondo del ejército surcoreano están presentes, y
supongo que norcoreanos también habrá.
De alguna manera el interior del edificio es de
todos y de nadie, a pesar de la división territorial, ya que un soldado
surcoreano está en territorio norcoreano. Lo que más me llama la atención de
los soldados, aparte de la impavidez, es su posición con los puños cerrados y
apretados, es una imagen que no creo que se me borre de la memoria, no podía
dejar de mirar estos puños en posición de ataque o lucha o defensa, pero
siempre agresivos.
Desde el interior Beasley y Giny nos advierten que
hagamos las fotos por la ventana siempre mirando hacia Corea del Sur, nunca
hacia Corea del Norte, y desde dentro intentamos captar esa división terrenal
del badén.
Si no entendí mal la vigilancia de estos edificios
de conferencia se alterna entre un país y otro, con lo que supongo que estas
visitas se realizarán cuando le toque a Corea del Sur, porque no me puedo
imaginar a soldados norcoreanos aguantando el chaparrón de los turistas
fotógrafos.
Tras la visita a este edificio nos vuelven a poner
en dos filas para colocarnos frente a estos edificios y permitirnos hacer las
fotos, ya que estamos en el lado surcoreano podemos hacer fotos a Corea del
Norte (sigue pareciendo un juego de niños pero con mucho fuego escondido).
De los otros edificios que hay en la zona no vimos
ninguno más, por fuera algo pero poco ya que el ángulo de visión no permitía
demasiado, y por supuesto el movimiento fuera de las dos líneas de formación en
la que nos había colocado Beasley estaba fuera de todo pensamiento, como mucho
y por deferencia, cambios entre la primera y la segunda línea para conseguir
una foto mejor.
Volvemos al autobús para hacer un pequeño recorrido
por la zona, pero es bastante difícil hacer fotos desde la ventanilla.
Pasamos
por el lugar donde se ha instalado una placa conmemorativa de dos soldados
norteamericanos asesinados el 18 de agosto de 1976, en el conocido como el incidente del hacha.
Estos soldados realizaban tareas de vigilancia en la JSA y las ramas de un
álamo les impedía la visión, con lo que tras la debida
autorización de ambas partes un comando fue a cortarlas, pero los soldados
norcoreanos de su puesto de vigilancia no estuvieron de acuerdo con esta acción y asesinaron a dos
soldados a machetazos. Después de este incidente, los centinelas de ambos países, que estaban
colocados frente a frente todos los días, fueron separados y la JSA dividida
por la mitad. Se mantuvo el tocón del árbol como un homenaje hasta 1987, en el que fue
sustituido por una placa.
El campamento militar en el que paramos, Camp
Bonifas, lleva el nombre del capitán asesinado, el teniente se quedó sin campamento o por lo menos así parece.
Por supuesto este incidente dio paso a más tensión
entre las dos Coreas y sus aliados. Desde este momento las fuerzas norcoreanas
y surcoreanas no pueden estar en el mismo territorio de la JSA al mismo tiempo.
Creo que este era el puesto de observación y vigilancia desde el que
no podían ni observar ni vigilar por las ramas del árbol.
Este incidente ocurrió al lado del puente de no
retorno, donde al finalizar la guerra los dos bandos permitieron a los
prisioneros de guerra elegir entre quedarse o regresar. El 23 de diciembre de 1968 regresaron los soldados de la tripulación del USS Pueblo, un barco de inteligencia norteamericano que había sido capturado en aguas internacionales, lo hicieron tras once meses de cautiverio.
Desde el incidente del hacha se cerró y no se ha vuelto a utilizar.
Desde el incidente del hacha se cerró y no se ha vuelto a utilizar.
En la zona de la DMZ se autorizaron dos aldeas, una
en cada lado. Daesong-dong, “aldea de gran éxito”, se localiza a unos 500 m de
la JSA y se encuentra bajo el comando de Naciones Unidas. Sus
residentes tienen que ser habitantes originales de la aldea y sus alrededores
antes de la guerra, o descendientes directos. Los hombres están exentos de
cumplir el servicio militar, que en Corea del Sur es obligatorio con una
duración de dos años, que vista la situación del país no es difícil de entender
aunque sí es complicado de aprobar del todo. Por las noches en la aldea hay
toque de queda, a las 23 h. La aldea está subvencionada por el gobierno, hay
granjas de 7 ha y sus habitantes ganan una renta libre de impuestos. Todo ello son
beneficios por vivir en tu tierra y al tiempo en tierra de nadie y de todos. En
esta aldea se izó una bandera gigante de Corea del Sur para que ondeara bien
visible desde todos los lados.
En la parte de Corea del Norte frente a
Daesong-dong se levantó Gijeong-dong, “aldea de paz”, conocida por los
surcoreanos como Villa Propaganda, ya que con ella se intentaba convencerles de
lo bien que se vive en el país vecino con mensajes que lanzan por altavoces.
Durante el día hay trabajadores en los campos y la aldea, pero por la noche son
trasladados y sólo se quedan en ella vigilantes. Lo que más llama la atención
es la bandera respuesta de Corea del Norte a la bandera de Corea del Sur: un mástil más alto, de 160 m, y una
bandera más grande, pesa casi 300 kg. Causa estupor y gracia ver las dos
banderas ondeando, esto sigue pareciendo un juego de niños pero no lo es. No
fue posible captar una imagen ya que el autobús no se paró para hacerla. Aquí las podéis ver.
Con esto se acaba la visita pero no la sorpresa, ya
que nos vuelven a llevar al centro de visitantes de la JSA, ya no para entrar
en el centro sino para visitar su ¡tienda de souvenirs!, decir que se nos
pusieron los ojos como platos al entrar en ella es poco: ropa militar,
principalmente infantil, gorras, imanes de la DMZ, bolas de golf (y es que al
lado se encuentra el campo de golf más peligroso del mundo, consta de tres
hoyos y por supuesto está rodeado de alambrada de espino y minas), ginseng y
creo que hasta productos norcoreanos, que entran el marketing capitalista del
turismo como cualquier país a pesar de su ascendencia comunista.
Con esto se acaba la visita por la JSA y la DMZ,
volvemos a nuestro autobús kitsch para emprender el regreso a Seúl, donde nos
espera nuestro coche y Kim para llevarnos al hotel.
Una buena película coreana, por lo menos las críticas así lo dicen es JSA, pero yo no la he visto y no puedo opinar, aunque el tráiler es interesante, con lo que habrá que seguirla la pista.
Una buena película coreana, por lo menos las críticas así lo dicen es JSA, pero yo no la he visto y no puedo opinar, aunque el tráiler es interesante, con lo que habrá que seguirla la pista.
De esta visita me esperaba mucho, no ya respuestas,
pero sí algo más de lo que me he encontrado, y la sensación con la que salí fue
que presencié un espectáculo sin alma, sin dolor, sin pasado, como si realmente
una guerra entre hermanos no se hubiera producido, pero lo que es peor es que
es un drama sin futuro y sin esperanza, sobre todo por las noticias alarmantes
que llegan de Corea del Norte, con provocaciones como la de lanzar misiles por ejemplo.
La imagen que se me ha quedado grabada es la de
esos soldados con los puños apretados, dolor y tragedia de unos niños
convertidos en hombres, rígidos en su postura, aguantando los turistas que
tienen menos alma que este parque de atracciones en que han convertido la DMZ y
la JSA. La dignidad y el patriotismo parecen tener el precio que paga el
capitalismo y los turistas que hacemos esta visita, y en Corea del Norte es el
precio que paga el comunismo, pero sin reparto del pastel en dólares. Una
contradicción continua y sin fin.
No me ha convencido esta visita porque le ha
faltado su razón de ser, aprender de los errores cometidos por los seres
humanos para no volver a cometerlos en el futuro, pero parece que este no es el
fin y que yo sigo siendo una utópica en este mundo cada vez más aséptico.
Vuelvo a insistir en que Hiroshima sí me produjo sensaciones, muy malas y muy buenas, tenía alma y vida
a pesar de la devastación de la muerte, ofrece esperanza de poder hacer un
mundo mejor, con lo que nuestras vidas serían mejores.
Se siente un ambiente gélido pero que se diluye
entre los turistas y la sensación de no ser totalmente real, como si cuando te
fueras de allí se apagaran los focos y las sombras hicieran ver que todo era de
cartón piedra, pero me temo que cuando llegue la noche no todos los gatos son
pardos y que las cosas deben ser como son, frías, a la espera de un hecho que
lo puede cambiar todo y en continua alerta.
Creo que en esta zona las dos Coreas son una sola,
la de “por aquí no pasas”, y la idea de esa reunificación parece más que lejana
que antes de visitar el país y la DMZ.
Gracias Beasley por hacerme sentir en una película
de soldados americanos, solo me faltaba Clint Eastwood haciendo El sargento
de hierro o Alan Alda ejerciendo de médico cínico, ya que erróneamente a lo que
nosotros creíamos, la serie M.A.S.H. no se basaba en la Guerra de Vietnam sino en la de
Corea, y curiosamente se estrenó durante la Guerra de Vietnam. M.A.S.H. son las siglas de los hospitales de campaña del ejercito norteamericano.
Nosotros el tour lo hicimos con International Cultural Service Club pero hay otras agencias que también lo realizan con el mismo recorrido, y supongo que no habrá diferencias de precios.
Tras recogernos Kim, en un principio pensábamos que
nos acercara a otra zona de la ciudad para visitarla, pero después del día de
ayer y a pesar de la tarde descansada, del madrugón de hoy y del calor que hemos
pasado, lo mejor era volver al hotel y por lo menos tomar una buena ducha
refrescante, que si teníamos que volver a salir ya lo haríamos en metro.
La lógica aplastante de este viaje, y dado que mi
salud no ha estado en óptimas condiciones, fue no volver a salir y quedarnos a
descansar en el hotel, bajando a cenar al restaurante en lugar de incursionar
por la zona subterránea o al exterior del cercano COEX. El restaurante del Park
Hyatt necesita una mano en la cocina para darle un toque de calidad, por lo
menos así nos pareció: compartimos unos langostinos helados que fue lo más
gracioso pero no estuvieron sabrosos; y la carne coreana, que no tiene nada que
envidiar a la de Kobe japonesa, me la presentaron demasiado hecha porque su
punto como suele ocurrir es más allá del punto conocido como tal.
Un viaje en esta zona que puede resultar curioso e interesante es el que
se realiza por el Imjingang desde el embarcadero Dujinaru en barcos de verla
imitando a los que se utilizaban durante la dinastía Joseon. Habría que ver que
parte de interés histórico tiene y que parte de interés lúdico turístico.
Si se quiere profundizar más en la DMZ hay otros tours que abarcan otras
áreas, y si aún se quiere ser más aventurero se puede realizar una excursión de
uno o dos días a Corea del Norte, que puede ser un interesante viaje, sobre
todo porque un viaje completo puede llegar a ser exhausto al tener que hacerse
siempre bajo la atenta vigilancia de soldados, guías, y con la permanente
prohibición de no hacer un sinfín de actos, entre ellos fotografías cuando se
quiera. Una crónica interesante se cuenta en El rincón de Sele. También se pueden realizar circuitos completos
por Corea del Norte, que sin lugar a dudar debe resultar interesante
geográficamente, políticamente, arquitectónicamente, culturalmente…pero
extenuante psicológicamente y agotador el ver y no poder decir o hacer lo que
se quiera.
Un mapa de la zona de Paju para situar cada lugar:
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