Paseando por el secreto de los reyes
Finalizada la visita al recinto de los edificios del palacio Changdeokgung nos queda conocer el secreto de los reyes, el Biwon o Jardín
Secreto (5.000W, incluyendo la visita al palacio también, que la entrada sólo para
el palacio -3.000W- no incluye el jardín), que sólo se puede hacer en
visita guiada (en inglés a las 11.30 h y a las 15.30 h). Nosotros lo
visitaremos a las 10 h con una guía en coreano, pero llevamos a Sonia para que
nos traduzca y nos ayude, y por este horario tuvimos que partir la visita del
palacio, teniendo algo de descontrol.
Entre la zona de Seongjeonggak y la de Nakseonjae hay un camino que
conduce al Biwon, al que también se puede entrar por una puerta situada al
final de esta explanada, Hamyangmun. El mapa lo encontráis en la entrada anterior.
El Biwon originalmente era conocido como Huwon, “jardín trasero”, y se
encuentra justamente detrás del complejo del palacio que hemos visitado,
ocupando una extensión de 300.000 m2 de los 405.000 m2
que abarca el conjunto palaciego en su totalidad.
El jardín fue creado en 1406 y ampliado en 1463 por el rey Sejo para descanso de
la familia real (descanso sí, pero para llegar y andar de pabellón a pabellón
descanso bien poco). La idea de la jardinería coreana es logar que el aspecto
del jardín resulte lo más natural a la naturaleza, con el resultado de que lo
que a simple vista pueda parecer natural, tras una visión en profundidad
resulta ser el producto de un trabajo deliberado. El jardín se adapta a la
topografía del terreno, existiendo en él colinas pequeñas y bosques naturales.
Era un lugar para componer poesía o para dedicarse
a la contemplación (¡tiempos difíciles para esto!), también para celebrar
banquetes e incluso como campo de tiro. Los reyes de la dinastía Joseon
practicaban la agricultura y criaban gusanos de seda.
Caminando llegamos al área del estanque Buyongji, de 34,5 m por 29,4 m, que tiene forma casi cuadrada
representando la tierra y el islote redondo dentro de él representa el cielo.
A un lado se encuentra el pabellón Yeonghwadang,
donde se celebraban en ocasiones especiales los exámenes para ser funcionarios
en la corte en presencia del rey, aunque originalmente era el lugar donde el
rey y sus súbditos disfrutaban de la poesía y de las flores.
La foto, visual y material, que todo el mundo busca no la podemos tener,
el más bonito de los pabellones de este estanque, Buyongjeon, está en plena reforma y limpieza. Este pabellón de forma poligonal fue
construido en 1792 y era el lugar donde se celebraba una fiesta al finalizar el
curso de estudio. Una característica especial es que dos de sus cuatro pilares
se encuentran dentro del estanque, con lo que se consigue el efecto de
parecerse a un loto sobre el agua. Otra de las características especiales es
que por todos sus lados está rodeado de puertas, con lo que desde interior se
puede ver todo lo que hay alrededor.
En otro de los lados del estanque, frente a Yeonghwadang, se encuentra
el pabellón Sajeonggibigak, y en
este mismo lado hay un surtidor de agua con la forma supuestamente de un pez.
El estanque se nutre de agua de un pozo cercano.
Frente a Buyongjeon se alza un complejo de edificios a los que está
prohibido el acceso. Se entra por la puerta Eosumun, que significa “los peces no pueden vivir sin agua”.
En la base de esta puerta nuevamente nos encontramos con el símbolo de taegeukgi, la base de la bandera de Corea del Sur.
Tras la puerta unas escaleras conducen a Juhamnu, “el pabellón donde cada principio del universo une”, pabellón
de dos pisos que ejercía la función de biblioteca; en el primero se guardaban
los libros y el segundo se utilizaba como salón de lectura, siendo el lugar
donde estudiaban los aspirantes a funcionarios de la corte. Se terminó de
construir el año que el rey Jeongjo ascendió al trono, rey que era aficionado a
las ciencias y que escribió varios libros sobre el tema.
En este área del estanque hay un pabellón, supongo que actual pero
adaptado al entorno, que ejerce la venta de souvenirs y de agua, con lo que
aprendemos a pedir una botella de agua: mul
hana (agua uno es su traducción literal).
Continuamos el paseo, pasamos al lado de una puerta por la que no
entramos, pero que lo haremos por nuestra cuenta en el camino de vuelta.
Entrando por la puerta se entra en un recinto donde se halla el pabellón Uiduhap, utilizado como lugar de
lectura por el príncipe Hyomyeong. De nuevo nos encontramos con un pabellón sin
colorido dancheong, con la madera
desnuda. A su lado se encuentra el edificio más pequeño del palacio, Ungyeonggeo.
Saliendo del recinto, en el mismo muro que lo delimita, más adelante de la puerta por la que hemos entrado, se encuentra la
puerta Bulromun, “la puerta de la
eterna juventud”, realizada de una sola piedra.
Sobre el dintel están inscritos deseos de salud y larga vida al rey.
El paseo continua hasta llegar a un estanque cuadrado, Aeryeonji, donde se sitúa el bonito
pabellón Aeryeonjeong, “amor de flor
de loto”, que aunque no parece tan espectacular como el Buyongjeon, por lo
menos si nos ofrece su reflejo en el agua. Tanto el estanque como el pabellón
fueron construidos durante el reinado del rey Sukjong, para el que una flor de
loto no cambia y permanece siempre erguida y limpia a pesar del ambiente, de
ahí el nombre de ambos.
Al noroeste del estanque Aeryeonji y al lado de otro pequeño estanque se
encuentra el complejo Yeongyeongdang.
El complejo fue construido en 1827 según el modelo de casas nobles coreanas,
llamadas yangban, por orden del hijo
del rey Sunjo, el príncipe Hyomyeong, para celebrar el 40 cumpleaños de su
madre como lugar para realizar la ceremonia Jinjakrye. Volvemos a la máxima de
no pintar la madera, parece que al príncipe le gustaba más la madera vista, como hizo con los anteriores pabellones Uiduhap y Ungyeonggeo.
Tras pasar la puerta se abre un pequeño patio alargado, en el
que a nuestra derecha parece que los corredores se utilizaban como cuadras
para caballos y seguramente parte de ellos también como zona de servicio.
Al frente hay un nuevo muro-corredor con dos puertas. El complejo está
dividido en dos partes, para hombres y para mujeres; la puerta de la derecha
conduce a la primera y la de la izquierda a la segunda.
Entramos en la zona destinada a los hombres, donde destacan dos
edificios. A la derecha Seonhyangjae,
que funcionaba como biblioteca y escuela. El pabellón está orientado al oeste y en verano el sol le daba con fuerza, con lo que se instaló una
estructura exterior con paneles corredera para evitar que entrara el sol en la
habitación, y además en el techo se colocó una placa de bronce, lo que le
diferencia del resto de edificios, aparte de convertirlo en uno de los más
lujosos de Corea.
Al frente el edificio de igual nombre que el complejo, Yeongyeongdang, que originalmente se
utilizaba como una sala de recepción del príncipe. Durante la dinastía Joseon
pasó a ser una casa de huéspedes y actualmente se usa para recepciones de
estado, por ejemplo en 2010 se utilizó como lugar para la reunión de esposas
del G-20 (¡ajá!, dejó de ser para hombres).
A la izquierda un pequeño muro separa la zona de hombres de la de las
mujeres, en el que se abre una sencilla pero coqueta puerta. Las piedras que se
encuentran al lado del muro no sé su significado, pero me recuerdan a los
jardines zen de Japón en Kyoto.
Al fondo de esta zona de los hombres, en el muro que rodea todo el
recinto de Yeongyeongdang se levanta otra puerta: es una especie de laberinto
de pasillos en L y puertas.
A la derecha de esta puerta hay unas escaleras que conducen a un
pabellón cuadrangular que parece coqueto, Nongsujeong,
cuyo tejado dicen que recuerda a un halcón desplegando sus alas, pero el acceso por las
escaleras está prohibido. A la derecha se puede ver el tejado de bronce del Seonhyangjae.
Pasando la puerta hay otras escaleras, en peor estado, y subiendo por ellas creo que la visión de este pabellón es más
cercana y mejor que desde abajo. En su momento mi ángulo de visión por estatura no me permitió divisar el pabellón, con lo
que no subimos por estas escaleras, cosa que hubiéramos hecho si mis ojos lo hubieran visto antes y no ahora en fotografía, aunque el muro nos hubiera tapado de nuevo la visión.
Si en lugar de girar hacia el pabellón inaccesible se hace de frente a
él nos encontramos con un muro que separa nuevamente la zona de hombres de la de las mujeres y una
nueva puerta en él; está claro que estaban separados pero bastante revueltos si querían.
Además en esta zona se encontraba el pabellón destino a la cocina (el mundo ha cambiado y mucho para bien).
Hacia el noreste de Yeongyeongdang de nuevo hay un estanque, de nombre Gwallamji.
Sobre el estanque se alza el coqueto pabellón Gwallamjeong, que tiene la curiosa forma de abanico extendido
(elemento tan necesario en este viaje, aunque mejor un buen paraguas).
Al lado se halla el estanque Jondeokji,
Gwallamji y él podrían ser fácilmente uno ya que están pegados, donde se encuentra el pabellón
hexagonal de doble tejado Jondeokjeong, construido en 1644.
En el interior, en el centro del techo se ve pintada una pareja de dragones en colores azul y amarillo (colores que simbolizan el cielo y la tierra).
Fuera del pabellón hay una tabla de madera escrita por el rey Jeongo en
1789, el último año de su reinado, que reza:. Todos
los arroyos del mundo tienen lunas reflejadas en ellos, pero solo hay una luna
en el cielo. La luna en el cielo soy yo, el rey, y los arroyos sois vosotros,
mis súbditos. Este es el principio del universo sobre los arroyos que siguen a
la luna.
Fuera del estanque se halla el pabellón Pyeomusa, cuyo significado es “estar en guardia contra la necedad y
corregirla” (bonita frase a memorizar y aplicar), que era el lugar donde el
príncipe heredero Hyomyeong disfrutaba de la lectura.
El último pabellón en esta zona, pero no por ello menos bonito, es Seungjaejeong, es más, su localización le hace ganar puntos a su arquitectura.
El recorrido por el Jardín Secreto termina en la zona de Ongnyucheon, arroyo de Jade, un arroyo
artificial construido en 1636 que se surte del pozo Eojeong. El lugar era muy
apreciado por los reyes ya que su paisaje les recordaba al de las montañas.
Aquí se encuentran varios pabellones a los lados del arroyo, por lo
que sobre él hay pequeños puentes. El pabellón Chwihanjeong.
Frente a él se encuentra el pabellón Nongsanjeong.
En la misma orilla de Nongsanjeong se encuentra el pabellón Taegeukjeong.
Al otro lado del arroyo se encuentra el pabellón Cheonguijeong, que es diferente al resto ya que tiene un techo de
paja, además a su alrededor se ha plantado arroz, ambos detalles para destacar
la importancia de la agricultura en Corea.
Cerca de estos pabellones hay una piedra con la forma de una flor de
loto, que suponemos el pozo Eojeong del que se nutre el arroyo.
Al lado del pozo, por donde salta el agua al arroyo hay una gran roca llamada Soyoam
sobre la que se ha tallado un poema. La lástima es que no corre mucha agua, es
un hilito muy fino lo que sale.
Al lado de la roca se encuentra el último pabellón de la zona, Soyojeong (más que verse en la foto se
intuye, ya que está tapado por los árboles), rodeado por tres de sus lados por
el arroyo.
Los reyes y sus oficiales dejaban flotar sus copas de vino en el curso
del arroyo mientras ellos escribían poesía; era un juego importado de China, se
enviaba la copa a una persona determinada, que tenía que beberla, componer un
poema y recitarlo, en caso de que no pudiera hacerlo se le imponía el “castigo”
de beber tres copas de vino…¡menuda cogorza!
Aquí se termina la visita por el palacio y su jardín, preguntamos a
nuestra guía por el santuario New Seonwonjeon, pero dice que no se visita,
aunque tengo mis dudas, creo que estaba demasiado lejos para ir y que esta
visita, que todavía no habíamos terminado por habernos dejado pendientes zonas
del palacio por las que íbamos a pasar sí o sí, la veía demasiado larga, no
estaba en sus planes de tiempo.
Salimos por la puerta Sukjangmun, situada frente a Jinseonmun, la puerta por la que
entramos tras cruzar el puente Geumcheongyo.
Creo que la visita a este palacio es de las que hay
que hacer si se viaja a Seúl, y a su secreto también por supuesto, como ya he
dicho es un mundo de cuento lleno de magia, como los impresionantes
decorados de una película oriental. Me reitero en que es bueno perderse por el
palacio, por su jardín secreto (aunque la visita sea guiada, al final se puede
dar media vuelta y hacer con respeto el recorrido a gusto, no creo que nos
dejarán solamente por ir con guía coreana).
Entramos a las 9.30 h de la mañana y salíamos del
complejo a las 12 h, dejando lugares pendientes por visitar, con lo que si se
quiere visitar en profundidad habría que sumarle media hora larga a estas dos horas y media que nos ha llevado a nosotros.
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