The
land of the morning calm
Se acabaron las vacaciones estivales de este año 2012, cuyo destino de nuevo se ha encontrado en Asia, parece que nos ha atrapado el continente. Hemos recorrido lo que el tiempo nos ha permitido
Corea del Sur, la tierra de la calma matutina, nombre dado al país y a la última
dinastía que lo gobernó durante algo más de cinco siglos, por Percival Lowell,
americano nacido en 1855 dedicado al comercio, que en 1883 desde Japón aceptó
prestar sus servicios como secretario y consejero a la Misión Especial de Corea
a Estados Unidos, la primera misión de Corea a un país occidental. Solo estuvo
en el país dos meses pero esta estancia le dio la oportunidad de escribir Chosun, the land of the morning calm
(chosun anglicanizado por el sistema hangeul de escritura se transforma en
Joseon aunque luego se pronuncia como se escribe…esto ha sido una continua
lucha de ver, leer y pronunciar), libro en el que describió la geografía, el
pueblo y la cultura de un país desconocido en aquella época, y que todavía sigue
siendo desconocido para una gran mayoría, que muchos de nosotros sólo
conocíamos por la Guerra de Corea (guerras tras guerras en todos los países
visitados, tragedias tras tragedias) y otros por el taekwondo.
La península coreana, incluyendo Corea del Norte y Corea del Sur, tiene
aproximadamente 1.000 km de longitud y 216 km de ancho, con una extensión algo
mayor que la provincia de Andalucía, y se encuentra dividida entre estos dos
países al norte del paralelo 38º (los paralelos nos persiguen, en Vietnam fue
el más famoso paralelo 17). La península limita al norte con Rusia y China, al oeste el Mar Amarillo la separa de China
y al oeste el Mar del Este con Japón (mar que en este país llaman Mar de Japón,
cosa que no les gusta nada a los coreanos y por muchos motivos que pasaremos a
conocer, aunque claro del este para los japoneses no puede ser porque para
ellos está en el oeste…).
Fuente: www.lib.utexas.edu
Las montañas cubren la península en un 70%, siendo una de las regiones
más montañosas del mundo, aunque muchas de sus montañas alcanzan sólo los 200 o
300 m. La península está cortada, de norte a sur, por la cordillera Daebaeksan,
que corre junto a la costa este.
Corea del Sur tiene 2.413 km de costa sumamente irregular, en la que hay
diseminadas más de 3.000 islas pequeñas y medianas, siendo la más grande de
ellas la isla de Jeju o Jeju-do (do
significa isla), situada a 100 km al sur de la península.
Como ya viene siendo costumbre en este blog toca un breve repaso
histórico del país para ir conociendo mejor el país y familiarizarse con los nombres que nos iremos encontrando en nuestro periplo coreano, más cuando me reitero en
que es un gran desconocido para muchos, y a algunos sólo nos contaron
patrañas relacionadas con la maldad del comunismo y la bondad de los americanos apoyados por la ONU.
Para comenzar la historia nada mejor con una buena leyenda asiática:
hace mucho tiempo, cuando Hwanung, hijo del cielo, gobernaba a la población,
vivían un tigre y un oso, que deseaban de todo corazón convertirse en humanos y
oraban todos los días a Hwanung para que les concediera su deseo. Éste tras
escuchar sus fervientes rezos les llamó y dio a cada uno 20 dientes de ajo y un
ramillete de artemisa y les dijo que si podían aguantar privados del sol
durante 100 días viviendo de esta comida les concedería su deseo.
El tigre renunció al poco tiempo y abandonó la cueva donde se refugió
pero el oso continuó perseverante y tras 21 días Hwanung convirtió al oso en
una hermosa mujer. La nueva mujer-oso recibió el nombre de Ungnyeo, que
agradecida por el deseo concedido realizó ofrendas a Hwanung, pero se volvió
solitaria y éste, conmovido por sus ofrendas y rezos, la tomó como esposa y
tuvieron un hijo que llamaron Dangun Wanggeom, que más tarde fundaría Gojoseon
en el año 2333 a.C., el primer reino de la península coreana.
Ahora vamos con la historia real. Por los restos humanos encontrados en excavaciones arqueológicas el
asentamiento de humanos en Corea comenzó hace medio millón de años,
durante el Paleolítico, pero estudios antropológicos han concluido que los actuales
coreanos son descendientes de migraciones posteriores al Neolítico,
provenientes de Asia Central, alrededor del tercer milenio a.C., siendo los
nativos expulsados hacia la costa este de Siberia y las islas del norte de
Japón (la historia se repite desde los tiempos remotos una y otra vez ya sea Asia o Europa o América...).
Durante la Edad de Bronce, en torno al 1500 a.C., con el aumento de la
población comienzan a surgir los primeros clanes tribales y ciudades-estado,
uniéndose muchos de estos grupos alrededor del siglo IV a.C. para defenderse
con éxito de la expansión militar china, creando con ello un fuerte sentimiento
de identidad étnica que les permitió sentirse y permanecer culturalmente
diferentes de China.
El primer reino se llamó Gojoseon, durando desde el año 2333 al 108 a.C. De él quedan muy pocos restos aunque se sabe que se instauró un código
legal de ocho artículos para regular la convivencia de los que sólo se conocen
tres, que me parecen sumamente interesantes: cualquiera que mate a otro será
matado de inmediato; quien dañe el cuerpo de otro le compensará en grano, y
quien robe las posesiones de otro se convertirá en esclavo de su víctima.
En el siglo I a.C. surgen los reinos de Goguryeo, Baekjae y Shilla, que
se dividen el dominio de la península coreana y gran parte de Manchuria durante
más de cinco siglos, dando comienzo al periodo de los Tres Reinos, gobernando
del 57 a.C. al 668 d.C.
Goguryeo, el reino más extenso territorialmente se desarrolló
como nación militarista en el norte, incluyendo tierra de Manchuria. Baekjae
creció como estado aristocrático y comercial en el suroeste, manteniendo
fuertes lazos con Japón y China. Shilla se estableció en la zona sureste de
tierras fértiles, alejado de las invasiones chinas a las que se enfrentaban los
otros dos reinos.
Goguryeo y Baekjae fueron absorbidos por Shilla en el 668 y 660
respectivamente, derrotados con la ayuda de la China Tang, aunque el primero
también se escindió en un nuevo reino, Balhae, que duró del 698 al 926. En el
año 676 Shilla unificó, por primera vez, la península, comenzando una época
dorada hasta el año 935 para la cultura coreana y el arte budista. Fue una
época pacífica en la que se desarrolló una brillante civilización que
repercutió en las artes, la religión, el comercio y la educación.
La capital de Shilla, en el área de la actual ciudad de Gyeongju, llegó
a tener más de un millón de habitantes, y en esta zona se construyeron algunos
de los más importantes monumentos, como el templo de Bulguksa o la gruta Seokguram.
Sobre Shilla se impuso la dinastía Goryeo, gobernando del 918 a 1392,
con un gobierno aristocrático instaurado por un general que había servido a un
príncipe rebelde de Shilla. El budismo se establece como religión del Estado y
llega a tener una gran influencia en las esferas políticas y administrativas.
El nombre de Corea es una derivación de Goryeo, aunque en esta época el nombre
del país era Hanguk.
Durante la dinastía Goryeo se inventaron los tipos móviles de imprenta y
la cerámica alcanzó un elevado grado de perfeccionamiento. Pero a pesar de este
desarrollo cultural a medida que los templos y los monjes budistas (¡estas
religiones!) fueron adquiriendo progresivamente mayor poder, las disputas de los
clanes aumentaron y durante los últimos diez años de la dinastía interminables
conflictos internos terminaron debilitando el reino, y como consecuencia las
invasiones mongolas, que comenzaron en 1231, acabaron por convertir el país en
un estado vasallo de China durante casi un siglo.
En 1392 la dinastía Joseon reemplazó a la dinastía Goryeo hasta 1910,
siendo la última dinastía de la península. Se adoptó el confucianismo como
ideología del nuevo Estado y fue un periodo cultural muy significativo, con
la invención, entre otros muchos inventos y avances, del alfabeto coreano conocido
como hangul en 1443. Este periodo cultural se desarrolló principalmente durante el reinado de Sejong el Grande
(1418-1450), el cuarto monarca de la dinastía, que además tenía gran interés por la astronomía, con lo que se construyeron relojes de sol y de agua, pluviómetros, esferas celestes y
mapas astronómicos.
Hanyang, la actual Seúl, fue establecida como la capital de la dinastía
en 1394.
Los monarcas de la dinastía fueron políticamente aislacionistas hasta
finales del siglo XIX, limitándose durante cinco siglos sus relaciones
internacionales a China, de la que Corea seguía siendo estado vasallo.
Durante este periodo se realizaron los Anales de la Dinastía Joseon,
Joseonwangjosillok, un registro histórico que cubre 472 años abarcando
política, diplomacia, economía, vida académica y religiosa, astronomía, geografía,
música, ciencia, eventos astronómicos…siendo el más largo y continuo archivo
histórico en el mundo, siendo su compleja conservación un hecho sin
precedentes, y gran parte de este mérito corresponde a los reyes de la
dinastía, que tomaron medidas especiales para asegurar que fuera guardado a
salvo, imprimiendo cuatro copias con caracteres de metal móviles, siendo
guardadas en Seúl y en depósitos especiales en montañas remotas, como
Jeongjoksan, Taebaeksan, Jeokseongsan y Odaesan.
Durante este periodo se realizaron además otros registros, sobre
cuestiones de interés nacional o sobre ceremonias (bodas reales, funerales,
banquetes y recepciones para enviados extranjeros) o sobre las actividades de
los funcionarios reales.
Estos registros por supuesto son una fuente inestimable para conocer la historia del país.
En 1592 Japón con 200.000 soldados invade Corea en su camino hacia la
conquista de China, impulsados por el monarca militarista Toyotomi Hideyoshi, y
curiosamente este mismo año pisaba Corea el primer occidental, que además era
el toledano Gregorio de Céspedes (Corea tan lejos y tan cerca de repente).
Durante años tropas coreanas y chinas lucharon contra las japonesas,
quienes tras la muerte de Hideyoshi en 1598 se vieron obligados a retirarse,
pero la península coreana quedó devastada, perdiéndose entre las llamas muchas
obras de arte y edificios, comenzando un largo periodo de decadencia entre los
siglos XVII y XVIII.
Y otra curiosidad histórica es que muchos de los mejores artistas
coreanos, especialmente los alfareros, fueron llevados a Japón a la fuerza, lo
que impulsó el desarrollo de la artesanía japonesa (no es oro nacional y propio
todo lo que reluce).
El único testimonio que tienen los europeos de Corea en el siglo XVII
procede de Hendrick Hamel, un marinero holandés que naufragó en las costas
coreanas en 1653 con el barco Sperwer, pasando trece años de cautiverio junto a otros compañeros y
que tras conseguir escapar escribió un libro sobre su aventura y desventura,
sobre la cultura y las gentes de Corea, Hamel’s
journal and the description of the kingdom of Korea, 1653-1666.
En 1910 de nuevo los japoneses intentan invadir Corea, en esta ocasión
lo hacen con éxito y con ello ponen fin a la dinastía Joseon. Durante la
ocupación Corea fue explotada como proveedora de alimentos y como fuente de
obra de mano barata. En la década de los años treinta la zona septentrional de
la península se desarrolló industrialmente para suministrar materiales de
guerra a Japón, que había comenzado su expansión militarista por el continente
asiático.
Bajo la dominación japonesa muchos coreanos emigraron a Manchuria, e
incluso a Japón (este dato me asombra y produce estupor aunque supongo que fue
porque la calidad de vida en Corea se había deteriorado y que su sentimiento
patriótico no era tan fuerte como la necesidad de supervivencia, y que incluso en este dato se incluyen aquellos que fueron obligados a marcharse por razones militares o técnicas), y de hecho
hoy de los 700.000 coreanos que viven en Japón son la principal minoría étnica
del país.
El 1 de marzo de 1919 miles de coreanos fueron asesinados y encarcelados
tras la lectura de una proclamación de independencia en Seúl por el Movimiento
de Independencia, que promovió el establecimiento de un gobierno provisional en
Shanghái así como una lucha armada organizada desde Manchuria.
Corea permaneció bajo la ocupación colonial japonesa durante 35 años,
apropiándose los japoneses de tierras y cargos públicos, prohibiendo a los
coreanos utilizar su propia lengua o aprender su historia, en un maquiavélico intento de borrar su
cultura (pero el pasado no se borra si hay alguien que sigue teniendo fe y lo
cuenta a sus descendientes). La historia de la rebelión, de la independencia y resistencia coreana se cuenta en la prisión Seodaemun en Seúl.
Una tragedia que no se ha reparado (aunque hay actos que son imposibles
de reparar de ninguna manera) de un modo total y satisfactorio es el secuestro
de mujeres coreanas, en muchas ocasiones niñas recién salidas a la pubertad,
para satisfacer como prostitutas al ejército japonés que pululaba por la costa
del Pacífico, convirtiéndolas literalmente en sus esclavas sexuales. Un libro
relata la experiencia de una de estas mujeres, Las orquídeas rojas de Shanghái de Juliette Morillot, además parece que lo hace con excesivo
lujo de detalles en las barbaridades cometidas (aunque si se cuenta la
barbaridad no crea que sea excesivo, las verdades hay que conocerlas, ya sean
en documentales o noveladas o en el medio necesario para hacernos reflexionar).
En Corea es un tema algo tabú, las mujeres que regresaron al país no lo
comentan, según nuestra guía la vergüenza y la tristeza les puede ante el hecho
de la denuncia pública, y el país aunque lo conoce no reacciona de un modo
efectivo, así que Japón ha pedido disculpas de algún modo pero ningún tipo de
compensación.
El 15 de agosto de 1945 Japón se rinde a los aliados en la Segunda
Guerra Mundial y se retira de la península coreana. Tras la rendición de Tokio,
y de acuerdo con una propuesta de Estados Unidos, a la Unión Soviética se le
encomendó el desarme del ejército japonés al norte de la península, a partir
del paralelo 38º, y al ejército estadounidense se le encomendó a su vez el
despliegue en la parte sur del país (como ocurrió en Europa con Alemania, pero
aquí el pastel se lo repartieron entre más países europeos). El resultado, la
península coreana se veía nuevamente ocupada militarmente, pero en esta ocasión
por las potencias llamadas liberadoras; una vez ocupadas ambas zonas, surge la
Guerra Fría entre ambos países y los desacuerdos entre ellos en la Comisión
Conjunta Soviética-Estadounidense creada para coordinar la unificación del país
abocó al país a una partición tras la ruptura de esta comisión en mayo de 1946.
La península queda dividida en Corea del Sur y Corea del Norte, esta última incluida
dentro del bloque comunista.
La cuestión coreana se expone en noviembre de 1947 ante la Asamblea
General de las Naciones Unidas, creándose el Comité Temporal de Naciones Unidas
en Corea, órgano encargado de supervisar el desarrollo de unas elecciones que
deberían celebrarse a ambos lados del paralelo 38º antes de abril del año
siguiente. La Unión Soviética rechazó esta decisión e impidió la entrada en la
parte norte de la península, donde se establece un régimen comunista en la
nueva República Democrática Popular de Corea, con Kim Il-sung como presidente,
y en mayo de 1948 sólo se celebran elecciones en la parte sur, en la nueva
República de Corea, eligiendo a Syngman Rhee como primer presidente.
Esta partición territorial, política e ideológica llevó dos años y medio
más tarde al enfrentamiento civil, que se internacionalizó con el apoyo de
Estados Unidos y Naciones Unidas a Corea del Sur, y de China y la Unión
Soviética a Corea del Norte. La Guerra de Corea comienza el 25 de junio de 1950
cuando Corea del Norte invade Corea del Sur.
Al comienzo de la guerra las tropas norcoreanas avanzaron hacia el sur,
pero un decisivo desembarco sorpresa en Incheon, a 50 km de Seúl, dirigido por
el archiconocido general McArthur, llevó a las tropas estadounidenses, eso sí
bajo la bandera de Naciones Unidas, a recuperar la capital surcoreana e iniciar
la conquista de Corea del Norte. La fuerza multinacional de las Naciones Unidas
se vio forzada a retroceder con la entrada de China en el conflicto, y en 1951
los combates se establecieron alrededor del ya famoso paralelo 38º;
desde este momento hasta el final de la guerra, en julio de 1953, ya no
volvería a haber grandes ofensivas.
A lo largo de los tres años de guerra ambas capitales, Seúl y Pyongyang,
fueron conquistadas y reconquistadas en varias ocasiones (siento resultar
ofensiva al pensar en el juego de mesa del Risk, pero es que es lo primero que
me viene a la cabeza al escribir estas líneas).
El general McArthur fue el comandante en jefe de las tropas de Naciones
Unidas durante la primera parte de la guerra, mandato en el que llegó a sugerir
el lanzamiento de la bomba atómica contra China tras la intervención de este
país en el conflicto (no aprendemos de los errores, Hiroshima y Nagasaki no
representaron nada en la conciencia de este general).
Sobre esta guerra y gracias a la búsqueda de información antes del
viaje, y en ocasiones después para confeccionar esta crónica viajera, me he
encontrado con un para mí cuadro desconocido de Picasso, Masacre en Corea, que refleja el horror de esta guerra, y que está
basado en los Fusilamientos del 2 de mayo
de Goya.
El 27 de julio de 1953 se firma un acuerdo de armisticio, tras tres años y
once días de guerra, quedando detrás una brutal confrontación nacional que se
llevó cerca de cuatro millones de vidas, un 70% de ellas de civiles. Como si
una guerra fuera poco, las dos partes se proclamaron victoriosas, y las
posiciones de ambos países quedaron prácticamente idénticas a las que había el
día anterior al comienzo de la guerra, el 24 de junio de 1950 (se podían haber
evitado tantas cosas, tantas tragedias). Hoy, tras casi sesenta años del final
de la guerra, el armisticio sigue vigente, con lo que técnicamente, Corea del
Norte y Corea del Sur continúan en guerra ya que no se ha firmado ningún
acuerdo de paz (y no parece que se vaya a producir en breve tras los últimos
acontecimientos en Corea del Norte, más guerreros que nunca).
De esta guerra, aparte del rastro geográfico y principalmente humano, también han quedado vestigios históricos, en Imjingak y alrededores, y en la DMZ-JSA (Zona Desmilitarizada - Área de Seguridad Conjunta).
De esta guerra, aparte del rastro geográfico y principalmente humano, también han quedado vestigios históricos, en Imjingak y alrededores, y en la DMZ-JSA (Zona Desmilitarizada - Área de Seguridad Conjunta).
En Corea del Sur se realizaron incansables esfuerzos de reconstrucción
en la posguerra, y de ser en 1953 una de las diez naciones más pobres del
mundo, emprendió su desarrollo económico en 1962, con las exportaciones como
motor de crecimiento, convirtiéndose en menos de cuatro décadas en una de las
potencias más pujantes de la actualidad. Es lo que se ha llamado el “Milagro
del Río Han”, en referencia al río que pasa por Seúl.
Corea del Sur es hoy el sexto productor mundial de acero, el quinto fabricante
de automóviles del mundo, una gran potencia naval y la primera en chips
informáticos (a pesar de su disputa perdida recientemente con Apple). Junto a Taiwan, Hong Kong y Singapur forma parte de lo que se
conoce como los “cuatro pequeños tigres” de la costa del Pacífico.
En mayo de 1961 el general Park Chung-hee da un golpe de estado y se hace
con el poder, estando marcado este gobierno por un exacerbado anticomunismo que
lo hace apoyar a Estados Unidos en la Guerra de Vietnam (supongo que además
favor con favor se paga).
Park es asesinado en 1979 por el jefe de los servicios secretos y tras
un infructuoso intento de las fuerzas de oposición por instaurar un régimen
democrático, un nuevo militar, Chun Doo-hwan toma el poder a comienzos de 1980.
La democracia llega a Corea a finales de los ochenta, ganando las
primeras elecciones el delfín de Chun Doo-hwan, el ex militar Rho Dae-woo,
llegando en las siguientes un civil al poder, Kim Young-sam.
En septiembre de 1991, Corea del Norte y Corea del Sur son admitidas en
las Naciones Unidas.
Y la historia de las dos Coreas sigue, con hechos recientes que han
hecho temblar al mundo pero que parece que no lo ha hecho tanto en la población de Corea del
Sur cuando preguntamos a nuestra guía, cuya respuesta puede ser verdad o no. Aparte un nuevo conflicto se ha abierto por una isla, Dokdo, que reclama Japón y
que a mí me ha recordado a nuestro islote Perejil (aunque desconozco sí hay algo más que cabras en esta isla y algo más valioso alrededor de la misma).
La bandera nacional de Corea del Sur se llama taegeukgi, con un diseño que simboliza los principios del yin y del
yang de la filosofía asiática (¡que bien suena escrito! ¡que paz espiritual te
llena de golpe!). El círculo en el centro de la bandera está dividido en dos
partes iguales, la mitad roja representa las fuerzas cósmicas proactivas del
yang (ya me parece algo extraterrestre este yang), y la mitad azul representa
las fuerzas cósmicas receptivas del yin (la hemos terminado de liar, esto suena a Encuentros en la tercera fase); las dos fuerzas juntas encarnan los conceptos del movimiento continuo,
el equilibrio y la armonía que caracterizan la esfera del infinito (la primera
parte suena muy bien, lo del infinito pues eso, suena a infinito).
El círculo está rodeada por un trigrama es cada esquina, simbolizando
los cuatro elementos universales; de noroeste a suroeste siguiendo las aguas del reloj: cielo, agua, tierra y fuego. El fondo blanco es el emblema de la pureza del pueblo coreano y de su
amor por la paz.
Nota: siento las anotaciones que he ido escribiendo en este apunte histórico, pero es lo que tiene un blog de carácter personal, que en ocasiones damos rienda a nuestros pensamientos.
Me preguntaba donde habríais decidido pasar las vacaciones estivales....Corea del Sur, no se me habría ocurrido. Me pasaré de vez en cuando para ir aprendiendo
ResponderEliminarHola Nacho, ya ves, Asia y sus destinos. Corea del Sur entronca más con Japón y Singapur que con Vietnam y Camboya, aunque tiempo al tiempo con estos dos últimos países...y no del todo para bien.
ResponderEliminarEspero que te guste lo que te encuentres por aquí.
Un saludo
Hola :)
ResponderEliminarEs un destino que tengo en mente! Muy buen post!
Saludos
Meritxell
Hola Meritxell!. Gracias, me alegro que te haya gustado esta "breve" historia.
ResponderEliminarNo lo dudes, Corea del Sur es un buen destino con magia propia y disfrutarás mucho. Si te es posible intenta evitar la temporada de verano, julio por las lluvias y agosto por el asfixiante calor, que además este año ha marcado máximas, uffff!.
Por fin hemos descubierto el guión de la Guía Diabólica de este año.
ResponderEliminarAunque sea por otro canal al acostumbrado, gracias por dejarnos viajar contigo a aquellos que no toleramos los aeroplanos.
Un Abrazo.
Salut!!!
Hola Francisco! Que alegría el encontrarte por este rincón viajero.
ResponderEliminarEspero que alguien, todavía pequeña, te ayude a superar esa intolerancia aeronáutica.
Gracias a tí por seguir nuestras andanzas. Un tribeso.
Hola Maca, veo que has estado por tierras asiáticas, nos tienes abandonado, pero bueno veo que aquí tienes bastante curro. He visto algunas fotos y una pequeña parte del relato como siempre genial. Se te hecha de menos donde tu ya sabes. Me alegro de que estés bien. Aprovecho para desearte unas felices fiestas. Un Beso.
ResponderEliminarHola Xerbar!! Me alegro que te haya gustado lo que has visto de Corea, ¡gracias por la visita!.
ResponderEliminar¡Felices fiestas! Un beso y un achuchón.